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OBEDIENCIA vs LEGALISMO - por Gwendolyn Hanssen

OBEDIENCIA vs LEGALISMO - por Gwendolyn Hanssen


Legalismo es una palabra que ha sido esparcida alrededor del mundo de la iglesia convencional en esta presente generación. Muchos se alegran al esparcir este término mientras proclaman firmemente que no hay nada que el creyente necesite hacer, ya que todo ha sido hecho en la cruz. Por lo tanto, ya todo está bien con ellos y no necesitan hacer nada más, excepto aceptar la salvación por fe para poder ser salvos. De hecho, la palabra de Dios concuerda en que todo ha sido hecho ya en la cruz y, como dice la palabra, lo único que se requiere de la humanidad para ser salva, es confesar con su boca y creer en su corazón (Romanos 10:10). Absolutamente, nuestro Salvador, Jesús, murió de una muerte brutal en la Cruz del Calvario y pagó el precio final y completo por el pecado del hombre.


Así que, sí, decir que un cristiano tiene que hacer esto o aquello o lo otro para poder ser salvo es, de hecho, no sólo legalista sino también blasfemo, hereje y una bofetada en el rostro de nuestro Padre celestial, quien dio a su Hijo unigénito para morir en nuestro lugar. Si nosotros proclamamos que tenemos que añadir a la obra que ya ha sido hecha en la cruz, entonces carecemos del conocimiento acerca de lo que es exactamente la justificación por fe. Justificación es la declaración de Dios, que un pecador es justificado a través de la obra de Jesucristo. ¡Está hecho, está concluido! ¡Somos justificados! ¡Gracias Jesús! La palabra dice que si tú confiesas con tu boca y crees en tu corazón, ¡entonces eres, de hecho, salvo y justificado! El apóstol Pablo aún nos advierte que si intentamos agregar a lo que Jesús hizo en la cruz, habremos caído de la gracia. Seríamos completamente tontos si intentáramos añadir una o más cosas a aquello que ya ha sido declarado terminado cuando Él colgó de la Cruz del Calvario.


Ya que somos, por tanto, justificados por la fe, ¿significa esto que todo termina ahí? ¿Esto es todo lo que hay en nuestro caminar como cristianos; confesar, creer, y recibir el regalo de la salvación? O, somos amonestados en las escrituras a proseguir hacia la marca, (Filipenses 3:14) y a dejar de lado todo el peso del pecado, (Hebreos 12:1), y a crucificar la carne y los deseos de la misma, (Gálatas 5:24), y a salir del mundo y ser separados (2 Corintios 6:17), y la lista sigue y sigue. Honestamente, podría dar una escritura y un versículo para cada cosa que aquellos a quienes se etiqueta como legalistas hacen para agradar a su Padre celestial y para cumplir con la santa, perfecta Palabra de Dios; todas, cada una, amonestaciones.


La manera en la que nosotros, como cristianos, somos amonestados a comportarnos, presentarnos y salir de entre el mundo y a ser separados, son todas las cosas que han sido dichas acerca de ello en el nuevo testamento. Ya que todas estas cosas han sido dichas en el nuevo testamento, yo diría entonces que necesitamos parar las orejas y poner atención.


Nuestra jornada como cristianos no se detiene después de haber recibido la sangre de Jesús por nuestros pecados. Esta primera experiencia es un bloque de construcción fundamental, monumental y primordial. En otras palabras no irás a ningún lado, a menos que hagas esa primera parada a los pies de la Cruz del Calvario. La justificación por fe es el primer paso al iniciar la jornada cristiana a través de las montañas y valles de ese largo y sinuoso camino que nos lleva al final máximo, ¡nuestro destino propuesto!


En contraste, la santificación por fe es un proceso continuo, constante, que ocurre mientras nos postramos diariamente al pie de la Cruz del Calvario en sumisión obediente al Señor y su palabra. La santificación es la transformación hecha por Dios, al ser entero de un creyente – el cuerpo, el alma y el espíritu. (1 Tesalonicenses 5:23). Nuestros afectos son cambiados a través de la obra de la sangre de Jesús, el Fuego del Espíritu Santo y las Aguas vivas de la Palabra vivificada. La santificación completa de un creyente no ocurre en el momento de la salvación. Santificación es la progresión continua de una relación con Jesús, nuestro Salvador y Esposo. Él nos guía a medida que lo buscamos, al escudriñar las escrituras, al aprender de nuestros maestros, pastores y líderes, cuando ellos nos alumbran y ayudan a dividir correctamente la palabra de Dios. Por ejemplo, Pablo amonestó a la iglesia de Corinto a seguirlo a él como él seguía a Cristo (1 Corintios 1:1). En otras palabras, él les dijo que les convenía imitarlo así como él seguía a Jesús. Sabemos que si Pablo animó a los Corintios en esto, entonces nosotros, en el presente, seríamos beneficiados al seguir a un hombre de Dios, o mujer de Dios, que verdaderamente busca conocer a Jesús, no sólo en Su resurrección, sino también en su sufrimiento mientras él o ella siguen al Cordero de Dios. La palabra nos dice tan claro como la nariz en nuestros rostros, que imitemos a nuestros líderes.

Sin embargo, adelantándonos al presente, nos encontramos con una carga de verdad que ha sido torcida y nos enseña que todo lo que un creyente necesita hacer es ser salvo. Se nos ha enseñado también que aquellos que siguen con fuerza a Jesús, con cuerpo, alma y espíritu, en obediencia a su palabra, están solo siendo legalistas. Al mundo cristiano se le dice que pueden hacer sus propias cosas y en algunos casos la mentira está incluso siendo vendida en cuanto a que tampoco necesitan ir a la iglesia o tener un pastor o un líder espiritual.


En este ambiente, aquellos que están dejando de lado las cosas del mundo y de la carne, son absolutamente rechazados en el mundo de la iglesia. Muchos son etiquetados con el término ruin de ‘legalismo’. Esta ideología hace que muchos rechacen a sus líderes que son maestros del ‘camino de santidad’ (Isaías 35:8). Es común en la cristiandad de los días modernos, que los cristianos tomen y elijan lo que les agrada mientras rechazan las cosas que incomodan a la carne, y escogen aquellas cosas que les parecen aceptables. Es como si estuvieran en un supermercado comprando productos.


Estamos viendo una generación entera siendo extraviada por esta falsa ideología del ‘legalismo’. Piensa, la palabra legalismo ni siquiera está en la Biblia, pero muchos han sido convencidos a causa de esta pequeña palabra de nueve letras, que no hay necesidad de santificación o deseo de seguir a aquellos líderes que enseñan un camino santificado, de búsqueda y de dejar de lado los pecados de la carne. Como resultado, con esa idea siendo abrazada, ellos o se la pasan bebiendo de un líder/maestro/pastor que tiene fuentes de agua viva saltando como resultado de ser un vaso puro, o ellos corren rápido y fuerte de cualquier cosa que requiera un esfuerzo, o el dejar de lado la carne. Esta es una situación triste y es un truco del enemigo que está engañando al pueblo de Dios a creer que aferrarse a las cosas del mundo y de la carne es absolutamente aceptable, porque, después de todo, no son ‘legalistas’.


Es mi deseo que el pueblo de Dios despierte a esta falsedad que ha sido metida en sus corazones y mentes con vehemencia. Oro para que haya un despertar a la verdad y al entendimiento de que la obediencia a la palabra de Dios, TODA, no es legalismo. Más bien, es energía atómica para la vida espiritual de cada uno. ¡Es la pólvora para el arsenal espiritual del creyente y el escudo para la espada del enemigo! El conocimiento del enemigo acerca de esto, es la razón por la que ha venido con toda su fuerza contra los preceptos en la Palabra, que nos enseñan a obedecer las escrituras con fervor y a seguir a nuestros devotos ejemplos, mientras ellos siguen a Cristo. Definitivamente, nos han sido dados aquellos que cuidan nuestras almas. ¡Esto es Biblia!


Voy a concluir diciendo que de joven, tuve el privilegio de ser criada por padres devotos que fueron ministros en una familia de iglesia en la que ambos creyeron y practicaron la santidad. Recuerdo de niña haber notado una tendencia en las iglesias donde mis padres ministraron. La tendencia era que cuando la gente de la congregación empezaba a perder sus estándares de santidad y separación a Dios, era siempre inevitable que el Espíritu de Dios que había sido derramado a cubetadas, empezaba a disminuir. Gradualmente, podía escucharse caer un alfiler al piso en los servicios que una vez fueron llenos con el Espíritu Santo y fuego. No hubo una sola vez en la que este no fuera el caso. Vi cómo sucedió una, y otra, y otra vez, y el resultado final era el mismo, cada vez.


Estoy agradecida de haber tenido esta observación de jovencita porque a la fecha, ha causado en mí, proteger y pelear por aquello que produce la presencia y la gloria de Dios. Me ha hecho también resistir con vehemencia, cualquier cosa que yo sienta que amenaza la presencia residente de Dios. ¿Han sido mis acciones en defender lo que sé que es la verdad, mal entendidas por algunos? La respuesta a eso es un resonante sí. ¿Cambiaré mi postura por cualquier cosa en este mundo o por cualquier cantidad de dinero? ¡Absolutamente no! ¿Por qué? Porque sé, por experiencia, desde joven, que aquello que trae placer a Dios es la obediencia a su palabra. Esto quedó evidenciado por su presencia, al ser tan fuerte y gruesa en medio del pueblo de Dios cuando ellos se entregaron totalmente a Él. El Espíritu de Dios no se enciende en el legalismo. Sin embargo, sí se enciende en la obediencia y la entrega.


Hay un enorme golfo entre estas dos palabras; obediencia y legalismo. ¿Cómo sabes si estás caminando en legalismo o en obediencia? Si estas caminando en legalismo, el Espíritu de Dios no estará contigo y tu vida se llenará de muerte espiritual. Si estás caminando en obediencia a Dios, ¡Él caminará y hablará contigo en maneras que nunca has conocido! Vida espiritual, victoria, poder y libertad, son el resultado de caminar el camino de santidad. El malentendido en la perspectiva de otros acerca de cómo te ves, actúas y te comportas de la manera que lo haces, se sentirá como agua en el lomo de un pato cuando tú buscas agradarle a Él solamente, al Esposo. ¡Esto es gozo indecible!

Oro porque este artículo te haya bendecido, y que sea recibido en el espíritu en el cual ha sido escrito. He escrito estos pensamientos con el deseo en mi corazón de ver al pueblo de Dios restaurado a su propósito original. Esto será cumplido cuando dejemos de lado todo peso, todo pecado que tan fácilmente nos desvían mientras procuramos conocerlo a Él en su plenitud, ¡no importando el costo!


-Gwendolyn Hanssen.


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